La verdad sobre el THC. ¿Por qué tiene tan mala fama?

Si inconscientemente asocias las letras THC con creencias negativas, vale la pena que leas este artículo.

¿Qué es el THC?

Empecemos por lo primero. El Δ-9-Tetrahidrocannabinol, comúnmente conocido como THC, es el componente psicoactivo (alteración de la percepción y modificación del estado de ánimo) de la planta de cannabis más importante y abundante en las variedades clasificadas precisamente como psicoactivas.

Los porcentajes contenidos en las plantas psicoactivas son variables en las distintas cepas y dentro de una misma cepa, dependiendo de las condiciones de cultivo, pudiendo ir desde porcentajes bajos hasta los que superan el 25% de THC. Las variedades del cannabis catalogadas como no psicoactivas conocidas, como el cáñamo, por normativa internacional, deben tener menos del 1% de THC.

Así, el THC es uno de los principales componentes de lo que comúnmente llamamos marihuana, que es el resultado del consumo de la planta de cannabis, la misma que se fuma con fines recreativos. Ahí está el primer problema: poner al THC y a la marihuana en el mismo saco, cuando son dos cosas que, aunque van normalmente juntas, no necesariamente deben usarse siempre con los mismos propósitos.

Pero las cosas están cambiando. Según este estudio, publicado en 2011,  “el tetrahidrocannabinol (THC) ha sido el foco principal de la investigación del cannabis desde 1964, cuando el científico Raphael Mechoulam lo aisló y sintetizó. Más recientemente, se han demostrado científicamente las contribuciones sinérgicas del cannabidiol a la farmacología y analgesia del cannabis”. Es decir, la ciencia le está dedicando cada vez más tiempo, dinero y energía a investigar los beneficios del THC y empezar a desmitificar sus supuestamente “terribles efectos”.

El mayor obstáculo para la investigación y desarrollo de la industria del bienestar basada en el THC es que este aún tiene que lidiar con muchas creencias negativas (y falsas) que giran en torno a su uso. Esto hace que el acceso a la información sobre sus propiedades y características se torne confusa y complicada.

Mucha gente cree que la mala fama del THC está relacionada con intereses políticos e incluso raciales. Y todo, dicen los expertos, se remonta al origen de lo que se conoce como la “Guerra contra las drogas” creada por el presidente de los Estados Unidos Richard Nixon. En una entrevista con Dan Baum para la revista Harper’s (2016), citado por el medio digital GK, John Ehrlichman (quien fuera asesor del presidente Nixon entre 1968 y 1974) admitió que “la camapaña de Nixon de 1968, y la Casa Blanca de Nixon después, tenían dos enemigos: la izquierda antiguerra y los negros. Sabíamos que no podíamos volver ilegal estar en contra de la guerra (Vietnam) o ser negro. Pero si lográbamos que el público asociara a los hippies con la marihuana y a los negros con la heroína y luego criminalizábamos a ambas fuertemente, podríamos perturbar a esas comunidades. Podríamos arrestar a sus líderes, allanar sus hogares, interrumpir sus reuniones y difamarlos noche tras noche en el noticiero. ¿Sabíamos que mentíamos sobre las drogas? Por supuesto”.

Como se anota en las redes del medio digital GK, a propósito de la columna de José María León, Legalícenla toda, “más de 50 años después, la guerra contra las drogas no ha servido para más que para causar cientos de miles de muertes, costar 100 mil dólares cada año, aumentar la violación de derechos y el estigma contra los consumidores. ¿Ha bajado el consumo? No. Solo en Estados Unidos las muertes por sobredosis han pasado desde uno por cada 100 mil habitantes en 1970 a 20 por cada 100 mil habitantes en 2019”.

Desmitificando la adicción al THC

Pero también hay otro posible origen de las creencias negativas que giran en torno al THC y es su asociación con la adicción como tal; una asociación que, por un lado, está justificada, y, por el otro, aún carece de claridad. Y es que aún existe un intenso debate alrededor de la pregunta de si el THC genera o no dependencia física. La cantidad de libros y estudios dedicados a este análisis es vasta, mas no concluyente. Lo único que se sabe es que tiene potencial de generar adicción en ciertas personas; pero aún no se comprende del todo su mecanismo. Por lo que parece tener más sentido la teoría de que su potencial adictivo se ha sacado de proporción porque hacerlo responde a otros intereses políticos y socioeconómicos.

Y es que hoy hay muchas cosas que causan dependencia y que, a pesar de ello, no han sido satanizadas. Hoy se sabe, por ejemplo, que el café, el azúcar y hasta los videojuegos tienen potencial de generar dependencia en personas con tendencias adictivas. Sin embargo, nadie ha pensado siquiera en la posibilidad de catalogar a ninguno de ellos como drogas peligrosas ni ilegales. De hecho, como dijimos más arriba, la ciencia, al estudiar los efectos del THC no ha llegado a una conclusión contundente acerca de sus supuestas consecuencias dañinas en la salud, pues muchos de ellos parecen, según algunos estudios, revertirse con la suspensión de su uso. Una cosa es cierta: el consumo excesivo de cualquier sustancia o producto siempre nos conducirá a un desequilibrio. Y alentamos fuertemente el consumo terapéutico y responsable del THC. Ahí está la clave para sacar el máximo provecho de todos sus beneficios.

Es aquí en donde la industria del THC en dosis controladas y su combinación calculada con otros cannabinoides como el CBD (como la oferta de cápsulas blandas y aceite de CBD de NuLeaf) llega a ofrecer una respuesta sumamente beneficiosa para quienes encuentran beneficios importantes en el consumo del THC y no habían encontrado la manera de regular su dosis.

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Beneficios del THC: cada vez más evidencia

Si queremos seguir evolucionando y descubriendo todas las ventajas del uso del THC y su combinación con el CBD, es necesario primero empezar a dejar de satanizarlo. Cada vez hay más ensayos científicos y estudios que se dedican a hacerlo de manera clara y prolija, como el  artículo “Hablemos de los mitos y realidades de la cannabis”,  en donde se desmontan ciertas creencias erradas, como su potencial adictivo, sus efectos en la memoria, las neuronas y la personalidad, usando argumentos claros y muy bien delineados. 

Paralelamente, siguen surgiendo documentos científicos que se dedican a demostrar los beneficios del THC en la salud y su rol en el tratamiento de diversas dolencias, como el dolor crónico, la ansiedad, la depresión, el trastorno bipolar, el autismo, la náusea, espasmos musculares, el síndrome de Tourette, las convulsiones y varios desórdenes neurológicos

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